- Nube, hoy es martes, así que ¿Top Ten Tuesday no?
- No, hoy no, voy a hablar de otra cosa.
Los martes son el día del Top Ten Tuesday, y confieso que me encantan, me divierte hacer esas listas y comentarlas con vosotros. Pero este blog se caracteriza por ser flexible, es decir habrá martes que no publicaré nada y también los habrá que publicaré entradas que no sean del Top Ten Tuesday, y hoy es uno de esos martes en los que publico algo diferente.
Hoy es el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, me hace especial ilusión, ya que desde muy pequeña dedicaba mucho tiempo a la lectura, que unas veces me deparaba navegar entre páginas, otras escalarlas, también buscaba tesoros entre las letras y mil cosas más. Los libros parecían tesoros, se les cogía un cariño especial.
Mi experiencia lectora empezó en épocas de las que no tengo memoria, así que era muy pequeña, no sé cual fue el primer libro que leí, solo sé que adoraba la lectura, y mis padres estimulaban esa adoración, me llevaban a librerías donde poder elegir los libros que me gustaban, creaban ficheros monísimos donde apuntaba lo que había leído y además veía como mis padres leían, esto último se llama aprendizaje por modelado, uno de los tipos de aprendizaje más interesantes y útiles.
Mi colegio no se quedaba atrás, inventaban mil y una actividades para que leyéramos, lo consiguieron muy fácilmente, pues no era complicado ilusionarse cuando nos "hicieron creer" que la biblioteca del cole estaba habitada por unos duendes, que de vez en cuando nos dejaban cartas o marcapáginas en las cajoneras... volvías del recreo y el "alcalde de los duendes" Zampaletras, te había escrito, los ojos se nos iluminaban y ese día podías ver a todos hacer cola en la biblioteca para coger un libro. Consiguieron que ir a buscar un libro fuera un habito, que comentáramos los libros que leíamos en el recreo y que nos recomendáramos libros unos a otros. Más adelante a partir de 5º de Primaria, nos enseñaban las diferentes labores de una biblioteca y cada cierto tiempo tocaba "trabajar" en ella, siempre en horario de recreo, no lo sentíamos como una obligación, para nosotros era maravilloso poder trabajar en la biblioteca una semana entera , y si quedarnos sin recreo era el "pago" lo hacíamos encantados. Organizaban muchas actividades relacionadas con los libros, casi todos adorábamos los libros.
El instituto era algo diferente, yo seguía leyendo en casa, pero a veces los libros que mandaban en el instituto no sabían presentarlos con la debida ilusión, claro está que cuando el profesor lo presentaba como una aventura o una forma de aprender cosas interesantes y nuevas, cogías el libro de una forma especial.
Me parece importante incentivar la lectura, pero creo que "obligar" a leer no es el camino, está claro que tenemos que leer clásicos, que eran los que más cuesta arriba se hacían, pero lo esencial es como percibe el alumno esa lectura, si lo ves como una obligación y encima es tediosa, ¿quién va a querer leer?, sin embargo si te la presentan como una actividad divertida, con la que aprender cosas interesantes, con la que viajar a mundos diferentes, cogerás el libro con ganas y además querrás conocer otros libros aparte de los que te mandan en el instituto.
Yo siempre leí por que me gustaba, pero había mucha gente que no tenía ese amor por la lectura, esas personas podrían haber adquirido hábito lector, si les hubieran presentado los libros de otra manera.
En conclusión y por supuesto es solo mi opinión, creo que primero los que deben incentivar la lectura son los padres, desde pequeños, empezando con cuentecítos y avanzando poco a poco según el desarrollo del niño. Después, en el colegio los profesores pueden hacer grandes cosas, como las que se hacían en el mío, y como las que seguro que se hacen en muchos otros. Y en el instituto, solo decir que los profesores que recuerdo con cariño, son esos que nos hacían trabajar, que nos enseñaban, que se notaba que les gustaba su trabajo, y que incentivaban la lectura como un reto, una aventura o un trabajo en grupo (Hablando de los profesores de lengua claro)
Doy mi respetuosa opinión sobre este tema, desde mi experiencia como lectora, alumna y después de haber adquirido algunos conocimientos sobre el tema en mi carrera. Me gustaría leer vuestras opiniones y vuestras experiencias, así que podéis escribir tocho-comentarios, enriquecer mi mente y darme más puntos de vista.
Por cierto, sé que la labor del profesor no es fácil, pero también sé que es tan importante como bonita.
Sé que ser padre no es como hacer una tostada, pero estoy segura de que es una de las cosas más bonitas de este mundo.
Estoy totalmente de acuerdo en que se debe inculcar la lectura, lo veo algo muy positivo y con lo que el niño aprende muy rápido.
ResponderEliminarRecuerdo como en el colegio me iba sola durante el recreo a la biblioteca a ver que libro sacaba, había algunos libros geniales pero a mi me encantaban esos de decidir como sigue la historia. Nunca nadie me puso pegas para ello y lo que verdaderamente hay que hacer es leer lo que a uno le gusta.
En un futuro, me gustaría inculcar la lectura a los que espero que sean mis hijos, desde luego la biblioteca en casa la van a tener xD
¡Besotes!
Jo, pues yo me quedo con la idea de tu colegio de los duendes de la biblioteca, ¡¡qué guayyyyyy!! Si te digo que no vi jamás la biblioteca de mi cole ni de mi instituto, no te engaño; qué pena!
ResponderEliminarSolo puedo aconsejar lo que yo hecho y me ha salido bien, quizás sólo fue suerte.
ResponderEliminarA mis hijos los he metido siempre en la cama con un cuento. En mi casa el "a la cama" siempre ha sido "a la cama a leer", incluso cuando casi no sabían ni hablar.
Al principio el "cuento" era de esos que solo tenían la imagen de un animal por hoja con su nombre. Cuando podía yo les contaba el cuento, diciendo algo del animal, como "El búho lo ve todo", cuando no podía ellos se contaban el cuento solos.
A los 6 años ya eran lectores empedernidos y desde entonces mi problema es el "no tengo nada para leer".